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Mensaje por Ganímedes Jue Abr 30, 2015 3:56 am

“Como obsequio a su amante, Zeus, decidió darle la inmortalidad. Ganímedes fue elevado al cielo, donde permanecería por la eternidad con su infinita belleza, al ser colocado como una constelación: Acuario.”


Y ese fue el nombre que eligieron para su nuevo prototipo en Pet's Shop, Ganímedes.

El cuerpo pequeño, delicado e irremediablemente infantil, del albino se sacudió con fuerza cuando una gran descarga eléctrica atacaba cada circuito de él. Pero no encendía, a pesar de que ese era en realidad el séptimo intento. Uno de los asistentes del científico principal, Barnaby, soltó un resoplido cansado de no obtener buenos resultados; él pensaba que eso era una locura, aunque claramente no lo comentaba abiertamente. Y otro asistente, a su vez, se encargaba de revisar que todo estuviera bien en el pequeño experimento. _ Vamos, Ganí, tú puedes. _ Le susurraba como si en verdad el androide pudiese oírlo, y más, como si estuviera realmente luchando por vivir.
Habían invertido bastante dinero en ese proyecto y lógicamente cualquier perdida sería fatal, si el ángel no encendía tendrían que esperar cerca de nueve meses antes de volver a obtener ingresos para un segundo experimento idéntico a este; efectivamente, Ganímedes había sido muy caro. Aunque tampoco sería una real pérdida de tiempo, al final podrían rehusar al pet y conservar lo que sirviera, empero, obviamente eso no era lo deseado.

En el momento en que se vieron tentados con fuerza a desistir, quizás ya el intento número diez, las frágiles falanges del pet comenzaron a tamborilear sobre la superficie ligeramente acolchada de la camilla. Al segundo asistente a cargo le brilló la mirada con latente emoción. Varios hombres más que se encontraban en el laboratorio en ese instante, se apresuraron a acercarse a rodear la camilla para ver el “milagro” que ocurriría.

Pausadamente su pecho tomó el ritmo de una respiración aparentemente normal en un ser humano; incluso fue que sus labios se abrieron para soltar un suspiro donde su aliento frío tomó la forma de pequeño vapor. Tanto el “latir” de su corazón como su temperatura corporal tardaron un poco más en simular a la perfección las de un ser orgánico. — ... — Sus ojos se entreabrieron y dejaron ver el ámbar de sus orbes que no tardaron en registrar cada uno de los hechos, de las cosas, que había en ese lugar. Como si hubiera despertado de coma y sufriera una grave amnesia, así se sintió; su sistema prontamente capto su nombre y cosas básicas como un bosquejo de lo que se planeaba para su psicología. _ Ganímedes. _ Le llamó uno de los hombres y el ladeo su rostro hacia ese lado para observarle mejor. — ¿Quién eres? — Su voz sonaba un poco infantil, eso no molestaba porque así debían de ser los pets de cristal. Lo importante era que el sistema parecía funcionar con éxito.

Los asistentes de Barnaby se mostraron dichosos, algunos de ellos incluso aplaudieron ya que todo el esfuerzo dio un gran fruto, el ángel no entendió aquello aun así no pareció molesto con esa muestra. Se fue reincorporando con lentitud hasta que quedo perfectamente sentado en la camilla, con sus piernas estiradas. Una curiosidad notable se delato cuando comenzó a jugar con la tela de la enorme bata que le cubría el cuerpo. Era ese su primer encuentro con todo, y sintió una electrificante emoción, muy agradable, cuando le ataco la textura al sentido del tacto. — Deja que te toque, por favor. — Fijo su atención en uno de los asistentes al pedir eso, y no demoro en tomar la mano del hombre para recorrer con sus dedos la piel del dorso; examinar uno a uno sus dedos. Sonrió de lo más feliz, como un infante, e incluso soltó una leve risa.

Oye, dime, ¿Cómo fue que llegué aquí? — Levanto su rostro para encararlo al volver a sus dudas pero el hombre negó con una sonrisa apenada y señalo a Barnaby. _ Todo ha sido por él. _ Respondió calmado dejando que lo captara. _ Él es quien debe de responder. _ Como se había planeado, el ángel era bastante sociable, no parecía tenerles miedo.
¡Oh! — Exclamo sin mostrarse recatado cuando le veía de pies a cabeza, al jefe de los ahí presentes.
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Mensaje por Invitado Jue Abr 30, 2015 10:52 pm

Saboreaba la excitación del momento en la punta de la lengua, había trabajado tanto para llegar finalmente hasta donde estaba que la frágil línea entre la victoria y una completa derrota era tan frágil como una pompa de jabón. Miró con frialdad el rostro de sus compañeros sintiéndose embriagado  por una mezcla de temor y ansiedad ¿Es que acaso no confiaban en él? No necesitaba preguntárselo para conocer la verdad, la mayoría de ellos ya se había dado por vencido antes de si quiera comenzar la lucha. Eran hipócritas que se bañaban bajo la luz de su grandeza y rehuían a sus fracasos, todos los humanos eran así, cuando se tomaba el éxito era de todos pero la derrota pertenecía únicamente a una persona ¿Y así se hacían llamar seres evolucionados?

El científico nunca había ocultado su rechazo general hacia los hombres, claro que tenía que socializar con ellos pero solamente les trataba lo estrictamente necesario, y que prefería estar rodeado de frías y estériles maquinas. No le era desconocido que muchos de sus compañeros consideraba que no era tan diferente a las criaturas que con tanto ahínco se esforzaba por crear en los laboratorios y para muchos de ellos no era más que un frígido, un niño mimado que necesitaba una mano dura para entrar en razón. Su fría belleza llamaba su atención pero su carácter les dejaba en claro que era inalcanzable de la misma forma que lo eran sus máquinas que no podían amar a menos que se les obligara.

Lo que ellos y posiblemente incluso él no entendía era que buscara con tanto empeño volver más humanas a sus criaturas. Pensaba dotarlos de decisión, de libre albedrio y sobre todo entregarles la libertad y la evolución, cortando de una buena vez los hilos que los ataban al hombre sus máquinas no necesitaban del hombre porque eran mejores y gracias a él podrían llegar a replicarse algún día sin la necesidad de asimilar.

Dejó escapar un suspiro que a los ojos de los demás fue de frustración al ver que no lograban despertar al prototipo pero en realidad era un anhelo. Barnaby había trabajado sin descanso, a veces dormía solo un par de horas a la semana, primero para trazar el diseño del complejo cerebro y posteriormente lograr la simbiosis de las células en una base inorgánica. Tanto el cerebro como el cuerpo eran por si mismos obras de la ingeniería biomecánica, no había nada que los superara en esos momentos pero también sumamente frágiles y delicados por lo que cualquier error sería fatal.

Y finalmente sucedió, lo sintió en el aire incluso antes de que la máquina, aquella tan sensible, lo registrara Ganimides estaba vivo y la única muestra de emoción fue aquella sonrisa y la mirada paternal que se formó en sus ojos claros, lo había logrado, finalmente había superado sus propios límites y sobre todo a su padre. Cuando los buitres se acercaron a verle él no se acercó, se mantuvo a una distancia prudente quedando justamente enfrente del pet. La voz de aquel sonó encantadora a sus oídos, justo como debería de ser la de un ángel, claro que tenía algunos fallos y seguramente encontraría más pero tendría tiempo para depurarlos.

Dejó que el prototipo se desenvolviera a su antojo y que sus subordinados terminaran de asimilar el hecho de que la meta se había conseguido. Su rostro tomó la dulzura característica que adquiría cada vez que trataba con los pets, se acercó a la camilla y se inclinó besándole la frente a Ganimides peinándole delicadamente el cabello con las manos— Bienvenido pequeño, eres mi primer y muy amado hijo—Sin importar que fuese un prototipo le amaba solo por el simple hecho de existir por ser la prueba de su éxito.— Mi nombre es Barnaby y soy tu creador. Estamos en tu primera casa.— Dejó que le tocara y tocase todo lo que le rodeaba si gustaba.

Los científicos tomaron un par de muestras, sangre y cabello, y tras una mirada profunda que les dedicara el dragón se marcharon a realizar los análisis correspondientes, para gran parte de su equipo los datos y lo que se pudiera aprender de ellos era una mejor recompensa que quedarse con una máquina, por esa misma cualidad él los había escogido. Una vez solos el científico dejó escapar toda la tensión que había estado guardando en sí. — Ganimides eres el primero de tu especie, toda una obra de arte y quiero que eso lo entiendas antes de cualquier otra cosas ¿Lo comprendes?— Una de sus especialidades era el análisis de respuesta conductual de las entidades robóticas, debía de analizar sus respuestas y buscar fallos en el diseño que trazo del cerebro de estos para realizar los cambios pertinentes— Si no entiendes algo pregúntamelo o dímelo, no quiero que te quedes callado.

Sacó una caja y una mesita, que coloco al lado de la cama.— Necesito hacerte unas pruebas, quiero ver si puedes caminar. Apóyate en mi si lo requieres, ven baja, te voy a ayudar y te mostrare tu cuarto en cuanto terminemos— Tomo sus signos vitales, midiendo su presión y escuchando su corazón y pulmones con el estetoscopio. Le tendió la mano para ayudarle a bajar. Una vez que terminaran le daría lo que hay en la caja— Si lograr caminar un par de pasos y llegar hasta la caja entonces puedes tomar su contenido— Dentro de la caja había un pequeño y peludo gatito muy mimoso e ideal para hacerle compañía.
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Mensaje por Ganímedes Mar Mayo 05, 2015 6:26 pm

Los ambarinos ojos de Ganímedes se quedaron fijos en el rostro del hombre que estaba a cargo en ese laboratorio, una vez que había terminado de verle detalladamente, desde sus zapatos hasta sus rubios cabellos. Sonrió dulcemente, como un infante haría cuando alguien le ha agradado a primera vista. El mayor se acercó a él y los otros hombres se fueron apartando para dejar que Barnaby por fin interactuara con su creación. — ¿Barnaby…? — Cuestiono evidente emocionado de la bienvenida que le daba, el hombre había logrado que con ese simple beso, esa sutil acción amorosa hacia él, su sistema de temperatura corporal se estabilizara por completo hasta imitar casi a la perfección la del mayor, quizás sólo habría unos grados más abajo pero no era una diferencia tan grande. En su gesto suavizado por el reconocimiento de esa emoción, amor, no dejaba de prestar atención a su padre. ¿Eso era no? Le había llamado “hijo”, así que tenía que ser de esa manera.

Barnaby ¿Puedo llamarte “padre”, verdad? — Con su crecimiento en la primera etapa, el ángel no podía evitar emocionarse por ese tipo de cosas; mostrarse curioso a todo y aunque su lenguaje no era tanto como el de un niño de doce años su voz ayudaba mucho a aparentar esa edad. Estiro sus dos manos y tomó una de las del hombre frente a él, igual que con la persona anterior, detallo sus dedos y acaricio la piel con extrema delicadeza; quería memorizar ese tacto al sentirse agradado por él. Después de tocar sus manos no tardo en estirar las propias para buscar el tocar su rostro y un poco de su cabello que enredo sutilmente a entre sus dedos.

Ciertamente se desconcertó un poco cuando los hombres se acercaron a cortar un mechón de sus albinos cabellos y se atrevieron a tomar una muestra sanguínea. No sintió real temor por ver aquella fría aguja expuesta, hasta que esta se clavó, aun con cuidado, en su cuerpo y emitió un gesto de dolor muy sutil; no se quejó en un grito ni lloró pero realmente detesto esa sensación y la grabo como una mala experiencia. Sin embargo, se comportó bien dado que ahí, junto a él seguía el hombre rubio que había sido tan cariñoso y al que no pudo evitar entregarle de inmediato su confianza. Suspiro evidentemente aliviado cuando los hombres se retiraron y les dejaron solos en esa estancia.

Le prestó total atención mostrando por un momento un gesto serio en su rostro, su cerebro comenzaba a trabajar para captar ideas; ya que era la primera vez, el ángel juraría que se sentían como muy suaves descargas eléctricas que con el paso de los minutos dejaban de sentirse pero seguían pasando, como el latir de su corazón. Parpadeo muy delicadamente y volvió a mostrarle ese gesto dulce de un niño. — Comprendo lo que dices, padre. — Le aseguro, al razonar esas palabras el pet se sintió más que único. Se sintió incluso ligeramente ruborizado por la comparación con una obra de arte, hasta entonces no se había visto en un espejo, empero supuso que era un ser muy hermoso por el halago o tal vez se refería a lo que había dentro de él. Sea como fuere, sus palabras le encantaron y le hicieron ponerse un poco más acelerado de lo normal. — ¿Qué debo de decir? Me ha dado pena lo que has dicho, y creo que un “gracias” no es suficiente, padre. — Luego movió su cabeza en una negación muy débil. — Entiendo todo lo que me dices, y me gusta lo que dices. — Añadió.

Apenas si poso su atención en el objeto que sacaba Barnaby, estuvo tentado a preguntar que era pero algo le decía que si esperaba lo suficiente el mismo científico le diría por lo que espero con paciencia a que el misterio se descubriera. Cuando volvió su atención a su “padre”, este estaba ya tomando sus signos vitales, ladeo levemente su cabeza al lado derecho de su cuerpo y estiro una mano hacia el aparato que medía su presión y se iba inflando lentamente; uno de sus dedos pico aquella especie de globo formado alrededor de su brazo y soltó una risa muy bajita por la sensación. — ¡Ah! — Sus ojos se iluminaron al saber que podría quedarse con lo que había dentro de la cajita y de inmediato giro su rostro en dirección a esta, sería su nuevo objetivo el quedársela.

Sus piernas temblaron levemente cuando quedo de pie en el suelo, ayudado por Barnaby, descalzo de inmediato una temperatura más helada le inundo en las plantas de sus pies; sin embargo, eso no le detuvo cuando decidió el caminar. Quiso dar un paso y trastabillo un poco, se detuvo de la orilla de la camilla y también de uno de los brazos del científico, no lo había soltado desde que le ofreció su cuerpo como apoyo. La emoción era tanta en él que no desistió, ni siquiera pareció afectado por esa manera en que aparentemente había fallado en primer lugar. — ¿Qué es? Padre. ¿Qué es? — Le dudo con sus palabras mínimamente atropelladas por estar acelerado. Miró al hombre al ladear el rostro demostrando sus sentimientos tal y como si fuera un libro abierto.

Ganímedes volvió a intentarlo, frunciendo el ceño para expresar la decisión de alcanzar lo deseado; movió su pie izquierdo primero y al conseguir que pisara con facilidad, ya sintiendo sus piernas más fuertes, entonces soltó la camilla y también a Barnaby. — Uhm. — Se enderezo y apretó sus puños, con la misma convicción de antes dio los pasos, muy escasos, que le quedaban y termino por tocar la caja. — ¡Ah! ¡Ya pude, padre! — Expresó sintiendo tantas ansias y su corazón latiendo con fuerza, destapo la caja ya que lo que había dentro era suyo y se encontró con el pequeño gatito. El gatito maúllo de alegría inmediatamente al verlo y Ganímedes se enterneció.

Sus delicadas manos tomaron con mucha precaución al minino y amplio su sonrisa, logro cargarlo y apegarlo a su pecho como dando un abrazo al pequeño. — Padre, es hermoso. Me gusta mucho. — Hablo de inmediato manteniéndose de pie, incluso la sensación de aquella pesadez en sus piernas desapareció ante lo que su sistema detecto como amor. El gatito le dio un lengüetazo en el mentón y eso le estimulo más los sentimientos. — Soy feliz, padre. — Confesó. — ¿Tiene nombre o debo de ponerle uno? — Cuestionó, no creía que fuera muy bueno designando nombres para mascotas pero ya investigaría y se lo daría, si es que el animalito no tenía uno.
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Mensaje por Invitado Sáb Mayo 16, 2015 2:15 am

Asintió con suavidad permitiéndole que le llamara de aquella forma y que explorara por su cuenta, pese a que se encontraba genuinamente interesado por el pequeño ángel no limitaba por ello su trabajo tomando nota mental de la forma en la que se desplazaba y movía por si presentaba un desajuste que tuviera que arreglar. Sonrió al verle explorarse a sí mismo, la primera prueba para saber que tanto se había acercado a su meta y si los androides en general eran capaces de reconocerse a sí mismos como identidades independientes.

Mientras su equipo tomaba las muestras pertinentes él le acariciaba con ternura el cabello para mantenerle relajado y contento, lo último que quería es que el pequeño pet terminara estresándose. Una fina arruga se formó en su frente al ver la lentitud con la que los científicos encargados de tomar la muestra sanguínea actuaba, más tarde debería recordar reprenderlo por semejante falta de prontitud.

—Decir o escuchar la verdad nunca debe de darte pena, Ganimides— Le acaricio el rostro con los nudillos y una nueva sonrisa volvía a adornar su rostro. El científico no podía estar más feliz por las respuestas que el menor daba, eran educadas aunque necesitaba practicar un poco más para no verse tan mecánico en ese aspecto.— Me basta que existas para ser feliz. No necesitó que me agradezcas por nada, soy yo quien te debe muchas más cosas de las que creo poderte ofrecer.

Como cualquier padre sintió temor al verle apoyar las puntas de los pies en el suelo y lentamente ir bajando hasta plantarlos perfectamente sobre la lisa superficie. Le había sentido tan delicado y frágil cuando se sujetó de él para dar unos pasos que sentía cierta ansiedad al verlo andar por su cuenta. El científico agradecía no ser un vulgar humano o de lo contrario esa ansiedad se hubiese disparado a valores insospechados, los humanos son lentos y lamentan demasiado las cosas antes de que sucedan y después en vez de actuar en el momento, los dragones no se preocupan por el ayer y se entretienen fantaseando sobre el mañana sino que se enfocan en su ahora. Si algo malo le pasaba a Ganimedes el científico estaba más que listo para atraparle antes de que si quiera sus rodillas sintieran el frio del suelo.

Uno y dos pasos, apenas parpadeo y contuvo el aliento hasta que vio como los músculos de sus piernas ya no temblaban, finalmente el pet había entendido la mecánica de cómo debía moverse para avanzar.— Te veo Ganimedes, lo has hecho muy bien— Le felicito sin acercarse al pet hasta que hubiera disfrutado de su victoria abriendo la caja en la que se encontraba el pequeño minino.

—Me alegre que te guste y no tiene nombre, tienes que ponerle uno después de todo a partir de hoy serás responsable de él— El darle una mascota le ayudaría a conocer su carácter y sobre todo saber si su sistema funcionaba adecuadamente, podía tener un fallo en esta y siendo una biomaquina las repercusiones serian catastróficas ya que podía lastimar a alguien y con las tres leyes implantadas en su sistema el dañar a un humano le causaría un corto de ahí lo importante que era asegurarse de que funcionara bien. Matar a un gato, aunque fuese doloroso, podría ser más fácilmente superado que lastimar a alguien más.

Se agacho y le cargó llevándolo a la cama. Masajeó los pequeños y blancos pies del ángel antes de ponerle unas caletitas, antes de ponérselas besaba el empeine de su pie, y un par de pantuflas para que pudiera caminar más cómodamente sin sentir frio.— Te llevare a tu cuarto, es muy bonito y estoy seguro que te va a gustar. Tiene incluso una cama para tu nueva mascota y muchos juguetes para ti— Volvio a cargarlo llevándole en brazos hasta la habitación que le habían asignado, esta no distaba mucho de una habitación propia de un niño de su edad excepto por el enorme vidrio polarizado que se encontraba en la pared derecha de la habitación, tras el cual los científicos le verían actuar, y las cuatro cámaras, una por cada esquina. El piso estaba alfombrado para mayor comodidad y la cama daba justo frente al vidrio.

—Todo lo que está aquí es tuyo y puedes usarlo como mejor te plazca—Dejo al menor que explorara a su antojo su nueva habitación sentándose él en la cama junto a una pila de peluches de diversas formas y tamaños. No necesitaba cuidar demasiado su proceder en esos momentos después de todo lo que se le pasara por alto lo vería en las grabaciones. —¿Quieres jugar Gani? o ¿prefieres comer algo?
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Mensaje por Ganímedes Dom Jun 28, 2015 9:25 pm


¿Ah? — Giró su atención un momento hacia su “padre”, por sus palabras antes dadas sabía que era un hombre cariñoso; se preguntaba si todos los de la Pet’s Shop serían igual, aunque esto no le interesaba demasiado en el momento porque al parecer el jefe ahí era quién le trataba bien, se sentía protegido y eso le hizo guardar a Barnaby como un buen recuerdo en su mente. Sin embargo, debía de objetar ligeramente, creía que era un poco exagerado, aunque lo agradecía en el fondo de él. — No tiene que darme más cosas. Con lo he recibido hoy, padre. — Le aseguro al pasar una de sus manos por el pelaje del pequeño gato, sobando la zona del lomo del pequeño, dejo de mirarle para centrarse en el minino, solamente de su vista. — Podría mal acostumbrarme y entonces seré un mimado. — Soltó una muy baja risa por sus palabras propias.

No estaba en el sistema de Ganímedes desear grandes cosas, pero sí se le educaba de la manera “adecuada” para esto, entonces era probable que lo que dijera fuera verdad y aprendiera a recibir cosas materiales como si se tratara de un pequeño rey; pero así eran los pets de cristal, debían de aprender de su amo y su creador, y aunque mínimamente también de su interacción con otros, como un niño humano; o al menos lo mejor posible. — Gracias, padre. — Y su expresión fue adornada por infantil orgullo propio cuando le felicito por haber alcanzado la caja. — ¿Uhm? ¿Está bien entonces si le pongo Zeus? — Dudo emocionado y en parte le pareció gracioso ponerle de dicho modo, puesto que su nombre era el del amante del Dios. — Aunque puede que no sea un nombre adecuado. Tal vez sería mejor: Galleta o Pelusa, ¿qué piensas? Padre. — Seguramente era porque estaba tomando la figura contraria como la paterna, pero el ángel no pudo evitar querer la aprobación de varias de sus acciones y palabras.

Un poco confundido, mas sin oponerse, el pequeño albino se dejó cargar por el rubio y después ser conducido a la cama de nuevo. No lo entendió al principio, pero sus manos rodearon lo mejor posible el pequeño cuerpo peludo para no permitir que se fuera a caer y lastimar. — Intentaré dar lo mejor de mí para cuidarlo, padre. — Le aseguro sintiendo bastante emoción de saber que el contrario tenía confianza en él como para permitirle cuidar algo tan frágil, en realidad no paso por su mente que aquello pudiera ser una prueba.
Sinceramente sintió cosquillas por ese pequeño beso que daba a su empeine, sus pies eran de las zonas más frías de su cuerpo aún y seguro así se daría cuenta el rubio, no objeto nada por ese cariño. — Gracias, padre, eres muy bueno. — Habló una vez que el contrario le coloco tanto las calcetitas como sus pantuflas. — Y tengo razón en lo que he dicho, vas a terminar criando a un mimado. — Concluyó gratamente sorprendido por la manera en que le cargaba, luego de que le tuviera listo y él hubiera pensado que iba a tener que caminar.

Curioso el albino notó por donde era conducido e intento recordar el camino aunque seguro tardaría un poco, deteniendo toda su atención a aquella linda habitación en la que por supuesto supo de inmediato que él viviría. — Me encanta. — Su voz aunque sonó ligeramente elevada no fue un grito, puesto que sus cuerdas vocales todavía no estaban acostumbradas; estaba seguro que era normal porque apenas hace unos minutos había comenzado a hablar, pero también estaba seguro que al final del día le dolería la garganta. — Padre, ¿quieres decir que no tendré que compartir nada de lo que hay aquí con otras personas? — Cuestiono sin evitarlo, no era envidioso y por el contrario ver tanto para él se le hizo injusto; aunque si lo pensaba mejor, era una tienda cara, seguro que los demás también tenían cuartos tan bonitos como el suyo. Una vez colocado en el piso se encamino a donde Barnaby tomaba asiento y ahí coloco al pequeño gatito, aprovechando para tocar el colchón y verificar lo suave que era.
Apenas se aseguró que el gatito estuviera bien ubicado en la cama, no tardo en inspeccionar cada uno de esos peluches; tantos tamaños, texturas y colores que estaba seguro que no iba a darse abasto. Sus pequeñas manos se aferraron a un cubo pequeño de diferentes colores. — Tengo hambre, padre. Preferiría comer, por favor. — Le pidió en un tono educado de su voz, volviendo su atención hacia su creador, además de que era verdad tenía curiosidad por lo que podría descubrir con sus papilas gustativas.
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Mensaje por Invitado Jue Jul 09, 2015 11:23 pm

Sonrió cálidamente ante su respuesta siendo el primero de su línea había cuidado especialmente ese aspecto en él, tenía que hacerle bastante sumiso y tranquilo por si acaso sus cálculos fracasaban al menos no representaría un peligro para él ni para el resto del personal, en otras ocasiones había fallado catastróficamente aunque afortunadamente nunca lo había hecho en la última etapa del proyecto—Un padre debe de darle a su hijo todo lo que este necesite para que se pueda desarrollar con total libertad. No quiero malacostumbrarte pero si ayudarte a que crezcas y logres alcanzar tu máximo potencial.— Claro está que el científico tendría que vigilarlo en las siguientes etapas y para ello la elección del “amo” ideal había sido indispensable llegando a un acuerdo con este para poder analizar al pet.

El dragón le miró por un instante extrañado por el nombre que había elegido pero no le limito, que supiera algo que él no había programado en su sistema quería decir que el pet había comenzado a descargar información de la red, termino asintiendo. Se puso de pie llevándose una mano al mentón en actitud pensativa. Barnaby se echó a reír al escuchar el cambio de parecer y  los nuevos nombres que proponía el ángel para su mascota, unos mucho más infantiles que el primero que había propuesto. Se inclinó revolviéndole el cabello con ternura y besándole en la frente— Los tres son buenos querido Ganimedes pero debes de ponerle el nombre con el que te sientas más cómodo, siempre tomando en cuenta que él espera tener un nombre bonito de tu parte que haya salido de aquí— Golpeó con suavidad con el índice y el medio en el corazón del pet.

Sus ojos relampaguearon ternura al ver que la emoción de cosas tan pequeñas como el recibir una mascota o llegar a su nueva habitación causaban tal emoción en el pequeño pet, sin embargo una parte de él mismo se removió inquieta puesto que consideraba que había hecho un trabajo excepcional al punto de no poder distinguir si era humanamente correcto lo que estaba haciendo, Ganimedes lucían tan vivo que le hacía dudar. Se llevó una mano al vientre, sintiendo una ligera punzada, preguntándose si así es como se sentiría tener un hijo propio.

—Todo lo que vez aquí es tuyo cariño. Yo mismo he seleccionado lo que vez para que tengas una gran cantidad de juguetes y cosas para investigar. Si alguno no te gusta ya sea su forma o su textura dímelo.— Y para ser investigado se dijo a sí mismo. Giró el rostro mirando a través de la ventana polarizada asintiendo con la cabeza para que les llevaran la comida.—Comeremos juntos ¿Te gusta la idea?— Tardaron unos treinta minutos en llevarles un carrito lleno de comida, el mayor se puso de pie y tomó un tazón con gelatina de sabores, no quería forzar el sistema digestivo del ángel con algo más sustancioso así que primero debía de darle a comer cosas suaves.

La mayor parte de los platillos que había en el carrito eran de consistencia blanda, gelatina, pudin, arroz con leche, fruta variada, jugos, leche con chocolate y demás.— Come todo lo que quieras pero debes de parar cuando comiences a sentirte satisfecho— Le ofreció una cucharadita de la gelatina. — También trajeron comida para el gatito y unos juguetes para él. Serás el encargado de limpiar su caja de arena ¿De acuerdo?

Dejó que el pet comiera a gusto limpiándole cuidadosamente los labios una vez que hubo terminado de comer.— Puedes jugar un poco pero debes de descansar mañana nos esperan varias pruebas y quiero llevarte a pasear a los jardines—Era sumamente importante que Ganimedes socializara con otros pet.
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Mensaje por Ganímedes Sáb Oct 17, 2015 5:33 pm


Ladeo su rostro con bastante interés ante lo que decía el rubio, no pudo evitar una expresión de ligera sorpresa pero bastante grata aunque el sentimiento de calidez en su pecho fue un poco exagerado para su sistema que apenas se estaba adaptando a ese tipo de sentimientos; sentirse poseer una familia, ese amor paternal que Barnaby le transmitía le hizo expresar una mejor sonrisa. — Así debe de sentirse un niño humano, ¿verdad? Padre. Feliz de tener una buena familia. — No le importaba si sólo era una ilusión, sabía que el otro era un científico y podría ser mero interés por que las cosas resultaran bien en su trabajo, pero el ángel decidió no pensar en esto y entregarse de lleno a las buenas emociones que podrían dejar en él las acciones cariñosas, y sus valiosas palabras, del contrario.

¡Ah! — Su rostro giró casi de inmediato, los ojos del menor brillaron de notable emoción y podría decirse que incluso se estremeció cuando la risa de su “padre” llegó a sus oídos, a su sistema e inundo lo que era su mente de información; no había oído otra risa que no fuera la suya y podría decirse que la del científico le pareció demasiado linda como para no hacer que él mismo surcara una sonrisa grata, aunque pequeña, sobre sus labios. — Que bonita risa tienes, padre. — No dudo en expresar lo que realmente cruzó por su pensamiento. Entrecerró levemente sus orbes cuando el mayor se inclinaba a revolver su cabello y besar su frente, se sentía enloquecer de gusto por las constantes descargas de felicidad que le estaban inundando. — En ese caso, le dejaré “Zeus”. — Apenas si miró un segundo cuando golpeaba su corazón, y cierto fue que no pensó en que nombre sería mejor hasta que se vio deseoso de su aprobación; pero si repensaba mejor le agrada más el primero que su mente formo. — Tú me has puesto un nombre maravilloso ¿cierto? Padre. Me gusta mi nombre, me hace sentir importante; y creo que este gatito debería sentir lo mismo de mi parte ya que soy su padre… ¿verdad? — Era probable que esto último fuera su ferviente anhelo, inconsciente, de imitar a su creador de la manera mejor posible.

Era probable que su sistema aun no acabara bien de despertar, al menos la parte de la mente, o tal vez era tanta la emoción de ser ese su primer día, que Ganímedes no se vio preocupado por alguna duda existencial referente a su ser. Aunque ciertamente en ese momento no se sabía a ciencia cierta los fallos y los aciertos que podría tener un cristal, era con Ganímedes con quién lo iban a descubrir al ser un prototipo. Sí, debía de ser que estaba demasiado centrado en todo lo demás, sobre todo en su “padre”, como para ponerse a analizarse a sí mismo a fondo. — Uhm. — Sus dedos se habían entretenido con una pequeña esfera de peluche que era poseedora de una textura rasposa, semejante a la de las fibras para tallar los platos; dudo ciertamente si era en verdad bueno expresar todo lo que sentía, aunque su sistema se lo dictara no quería ser un mal “hijo” pero el rubio también le había alentado a expresarse. — En ese caso, esta no me gusta. — Se la extendió a su creador para que supiera cual era. — Se siente fea. — Y la soltó apenas supo que su padre la tomaría.

Un pequeño movimiento de afirmación con su cabeza se hizo notar, sus cortos y suaves cabellos albinos se vieron balanceados ligeramente hacía el frente y hacia atrás en esta acción. — Claro que me gusta la idea. — ¿Por qué no iba a gustarle comer con esa persona que era tan buena a sus ojos? Casi como un héroe.

Ver el carrito lleno de alimentos de tan variados colores y texturas, oler los dulces y también ácidos aromas que invadían la habitación por la comida, hizo al ángel volver a reactivarse para aprender lo agradable del momento; lo que fuera a gustarle y lo que no, aunque en ese momento no encontró nada que le desagrada, quizás un poco el arroz con leche al no ser muy afecto a la leche pero aun así comió, como su padre le había dicho, hasta que su cerebro captó lo que sería la sensación de satisfacción en su estómago, ya no deseaba más comida y así se lo hizo saber a su padre. — Te prometo ser un padre responsable con Zeus, como tú lo eres conmigo. — Le aseguro de inmediato sin dudar en tomar como un ejemplo a seguir al mayor.

Giró su rostro cuando había estirado sus manos hasta cargar con cuidado al gatito que curioso se acercó a olisquear un poco de lo que quedaba en los platos, acarició su pelaje con suavidad, con ternura como Barnaby había hecho con él. — Padre, tengo un interés mayor en este momento que jugar. — Esperaba que el rubio no se fuera a decepcionar de lo que de pronto sintió ganas de hacer. — ¿Podrías enseñarme música? Lo que tú quieras. Pero quiero escuchar música. — Y tal vez más adelante aprender a tocar algún instrumento.
Ganímedes
Seres de Luz
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