Lucifer Morningstar

Asherah / Lucifer / Luzbel / Satanás / Lucifel / etc.

Lucifer Morningstar

Aparenta 24 años.

Demonio.

Celestial.

Fértil

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Psiquiatra

Suke


Mide 1.83 y pesa 77 kg, tiene una constitución de apariencia frágil y muy liviana que acentúan sus delicadas facciones haciéndole ver chocante cuando no se comporta como una persona serena y delicada. Su rostro posee facciones marcadamente andróginas, tiene el cara delgada en forma de corazón con las mejillas y los pómulos bien marcados, su nariz es pequeña y ligeramente respingada, tiene una boca pequeña de labios gruesos y carnosos que se curvan la mayor parte del tiempo.

La suave piel de porcelana y alabastro que posee se ve aún más pálida debido al dorado intenso de su largo y lacio cabello que le llega por debajo de la cadera. Tiene unos ojos azules que recuerdan al firmamento sin una sola nube, su color es tan intenso que le hace ver como si fuera irreal, sus cejas son finas y delgadas curvadas en la punta, tiene unas pestañas enormes que se agitan como dos alas de mariposa cuando encuentra algo curioso y desea estudiarlo. Su cuello es largo y estilizado como el de un cisne, tiene unas manos pequeñas pero sus dedos son alargados y finos.



Es una persona sumamente compleja y voluble. Difícilmente pueden predecir sus acciones ya que ni el mismo sabe con certeza como reaccionara, aun frente a problemas comunes debido a su incesante búsqueda de independencia y descubrimiento personal.

Su proceder es ligeramente como el de un niño que está descubriendo cómo funciona el mundo. Las cosas que le interesan debe de disecarlas y saber cómo funcionan aun así para ello termina rompiéndolas en miles de pedazos, para él es un juego. Disfruta tentándoles y dándole a escoger su camino, dependiendo de su humor es la crudeza del camino.

Debido a su carácter contradictorio y voluble en ocasiones se llega a mostrar sencillamente encantador para después pasar a ser intolerante con cualquier ser vivo que pase a su lado aunque solo le mire. Los seres vivos le son tan interesantes como molestos y aunque le llaman poderosamente la atención suele llevarse muy pesado con ellos sin contemplar su fragilidad, al fin hay muchos más. Afortunadamente aunque su comportamiento tienda hacia el mal se comporta como un caballero ya que piensa que solo la gente corriente recurre a las vulgaridades.

Es un seductor y también mentiroso, no le importa mentirle en la cara a cualquiera y hasta cierto punto parecerá que cree en sus mentiras aunque no sea asi, muchas veces recurre al cinismo pero los modales siempre están ante todo incluso cuando hace maldades. Se toma muy enserio las cosas pero no es terco y tampoco le gusta imponer su voluntad, se hace llamar así mismo juez y acusador pero no verdugo por eso dejara siempre en manos de los demás la última palabra haciéndose ver como un mero espectador. El seria el consejero de los grandes pero nada más.
Esta conducta nació desde que llegó a la tierra buscando con que divertirse y para escapar de la monotonía y los deberes a los que se veía expuesto.

Suele hacer una que otra cosa que se contradicen entre sí mismas solo para estar seguro de que es su elección y no la de alguien más. Detesta que los demás impongan su voluntad en él, paso años evitando que sucediera eso y además sigue siendo orgulloso y soberbio como su contraparte popular “El rey del infierno”. Llega a acuerdos cuando es necesario pero normalmente prefiere susurrar en el oído y hacer que los demás piensen que su idea es de ellos y no fueron influenciados por él.


Al principio del tiempo eran ochos hermanos, todos ellos muy diferentes entre sí pero ligados por lazos de sangre. Nacieron el mismo día en un palacio de luz donde no había nadie más tan solo una voz que los alentaba, misma que nombro cada uno de ellos cuando fueron abriendo los ojos. Los hermanos sabían instintivamente el poder de los nombres y entendían el porqué de cada uno, ya que encajaban perfectamente con sus dueños menos el último, el del hermano mayor al que la voz llamo Heilel. Ni siquiera este logro penetrar los misterios que envolvían a su propio nombre.

Heilel pasaba horas enteras del día meditando sobre el significado de su nombre, después de cumplir con sus tareas. No entendía como algo tan simple podría escapar de su comprensión, él conocía todos los nombres y penetraba en el verdadero ser de cada una de las cosas pero su nombre se le escapaba constantemente entre sus dedos. Era ilógico y preocupante porque le hacía sentir menos digno de la confianza de sus hermanos.

En el palacio de luz los ocho hermanos tenían todo lo que pudieron desear y crecieron siendo puros pero el mayor siempre sobresalía entre los demás en todo lo que hacían. En cierta ocasión uno de ellos propuso investigar su mundo y descubrieron que la tierra era finita pero sobretodo que no había nadie más que ellos en aquel extraño mundo. La voz les explico que eran seres únicos y le llamaron padre.

El tiempo pasó y la voz, que de vez en cuando les hablaba para hacerles saber su voluntad, les dijo que ya era tiempo de que conocieran lo que llamo “trascender”, les explico que morirían para ir a un lugar mejor. Ninguno de los hermanos sabía lo que era la muerte, jamás lo habían experimentado pero por lo que la voz les decía la muerte era dolorosa pero necesaria para trascender. A la mañana siguiente justo como les había dicho la voz en la mesa de la cocina aparecieron ocho copas con veneno que deberían tomar antes de que terminara aquel día para poder trascender. Ninguno se atrevió a beber su copa, cada uno tomo su copa y se marchó, cada hermano moriría solo a lo largo del día. Heilel había decidido la noche anterior que no bebería de su copa hasta que todos sus hermanos se hubieran marchado. Conforme morían llenaba sus cuerpos de mimos y cuidados antes de arroparlos en sus camas. Cuando hubo terminado se sentó en medio del dormitorio que compartían y bebió de su copa.

Al dolor le siguió la luz, como miles de cristales estallando a su al derredor. No supo cuánto tiempo paso antes de que volviera a ser consiente de sí mismo pero reconoció en el hombre que cuidaba de ellos la voz de su padre y le amo con devoción al igual que sus otros hermanos. Él les presento su nuevo mudo después unos días en los que estuvieron en reposo.

Su nuevo hogar era extraordinario pero no era el único mundo. Los hermanos rápidamente se adaptaron a las demás criaturas con las que ahora compartían su hogar, Heilel fue el que se adaptó más rápido que los demás y para conmemorarlo cambio su nombre a Luzbel, su padre fue quien le sugirió su nuevo nombre diciéndole que él siempre sería una luz bella que guiaría y alumbraría los senderos en la oscuridad. Sus hermanos eran los únicos que de vez en cuando seguían llamándole por su verdadero nombre pero poco a poco su nombre iba quedando en el olvido.

Un par de eras después su padre les llevo a que conocieran a la junta directiva, de la que él era mimbro. Él como mimbro tenia innumerables consideraciones pero también tenía que hacer sacrificios y uno de esos sacrificios había sido la creación de ocho seres que satisficieran las necesidades de la junta. Para ello había usado la sala de las esferas donde primero creo un mundo para luego con su, sangre y carne, crear a sus hijos, una extensión de sí mismo.

Cada uno de los hermanos había sido creado para satisfacer cierta necesidad, de ahí que fueran tan diferentes físicamente y psicologicamente hablando, se les doto con todas las virtudes que necesitarían para llevar a cabo su trabajo de la mejor manera. Todo en ellos era premeditado, nada se dejó al azar y para someterlos se les negó la capacidad de elegir; eran como borregos siempre felices de hacer lo que debían porque era lo que sentían.

La junta le asigno a cada hermano una misión menos al mayor que se quedó con la junta para servirles de mensajero, embajador y escriba comunicándole a los seres de luz que habitaban aquel lugar los deseos del padre y de la junta. Luzbel no envidiaba a sus hermanos, estaba feliz por haberse podido quedar con su padre al que con cada día que pasaba le amaba más y más.

Luzbel a quienes más frecuentaba eran a sus ocho hermanos, aunque su padre le había dicho que debía de llamar “hermanos” de igual forma al resto, adoraba charlar con ellos y que le hablaran de todo lo que habían visto en sus viajes, de lo bueno y lo malo. Cuando preguntaba si en alguno de los mundos a los que habían viajado se habían topado con alguien como él cambiaban el tema rápidamente, lo que se refería a Luzbel parecía estar vetado para ellos. Lo que no sabían es que hicieron nacer la necesidad, el deseo y el anhelo en él, era un ave encerrada y buscaba abrir sus alas. Pasaría mucho tiempo antes de que se animara a pedirle a su padre que le permitiera salir del castillo en el que vivía pero le fue negado.

No le dio mucha importancia pensando que su padre era más sabio e inteligente que él entonces sabría qué es lo que le convenía. Se dedicó únicamente en satisfacerle, cantaba, bailaba, tocaba cualquier instrumento que creyese que le gustaría, etc y a cambio su padre le llenaba de cosas hermosas, ropa, joyas y todas aquellas cosas que pudieran realzar su belleza. Cierta noche en medio del jardín en uno de los ojos de agua en el que se reflejaba el firmamento incluso hizo para él lo que sería llamado más tarde “el lucero del alba”. Cada mañana antes de que amaneciera y al antes de anochecer Luzbel debía anunciarle a su padre ambos eventos por ello adquirió un título más «El portador de la aurora».

Cuando prácticamente se le había olvidado su deseo de salir su padre le encomendó una nueva labor así Luzbel se convirtió en el maestro de Adán y Eva. Disfrutaba charlando con ellos y enseñándoles cosas en la esfera en la que estos se encontraban llamada “Jardín del Edén”, únicamente tenia prohibidas dos cosas hablarles directamente de su mundo y de la junta para ello cada vez que él hombre pregunta llamaba a su casa “cielo” y a la junta “Dios”, Eva y Adán parecían conformes con esa explicación.

Luzbel se encariño rápidamente con sus pupilos, disfrutaba enormemente de las charlas filosóficas con Adán y el ver bailar a Eva. Para él las artes eran la expresión máxima de la creatividad así que deberían dominarla, también les enseño ciencia para ampliar su horizontes y facilitarse la vida. Su amor fue tal que al poco tiempo ya no los veía como los niños a su cuidado sino como a iguales y rompió la segunda regla al mezclarse con ellos, les hablo y explico cosas que sus limitaciones actuales les prohibían conocer. Les amo y deseaba protegerlos, ese fue su más grande error.

Comenzó la rebelión de Luzbel quien buscaba terminar con el mundo en el que vivían los hombres y con la liberación de estos - les hablo de lo que había más haya, de su hogar, de la junta y por ultimo destruyo la esfera del jardín del edén-, pese haber ganado fue capturado por sus hermanos, los ocho, tras una larga lucha contra su hermano Mikael y llevado ante la junta directiva que le hayo culpable.

La noche antes de la sentencia fue llevado ante la junta y su padre sin que hubiese testigos, le felicitaron por su buen trabajo. Luzbel había hecho justamente lo que ellos esperaban que hiciera, lo que él había creído que era una rebelión y que finalmente podría elegir sobre sí mismo era una farsa. Su único error había sido liberar el potencial del hombre, el hombre debía de permanecer sumido en la ignorancia y la incredulidad pero como dudaban que este se diera cuenta de todo lo que podían lograr si se aplicaban en ello no le dieron demasiada importancia a este punto. Se le prometió volverlo rey, darle un palacio y un pueblo que serían todos aquellos que le siguieron. Se desmorono como una muñeca, desde el comienzo había sido un títere y nada más. Un nuevo nombre para su colección Lucifer.

Viajó a la tierra cuando se hubo cansado de permanecer en el infierno siguiendo el protocolo descrito por aquellos que consideraba unos pesados y aberrantes. Sin embargo su propia naturaleza volvía a amenazar a Lucifer- había logrado construirse una propia personalidad, o lo más cercano a ello, desde la perspectiva humana- de ahí que se tornara aún más inestable y sus movimientos se volvieran erráticos. Si llegaba a perder en contra de su naturaleza volvería a ser una muñeca y nada más, una que no vería la necesidad de verse rodeada de criaturas inferiores y por lo tanto regresaría a sus dominios a cumplir la misión que le habían encomendado.

Cierto día llego a una extraña ciudad que le recordó mucho a las dos antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra, a las que tanto había apreciado, lo primero que había llamado poderosamente su atención fuer la población que, como en ningún otro lugar al que había visitado de momento, estaba constituida por una gran variedad de razas y todas ellas vivían en aparente armonía. Se hizo médico y vivió varios años tranquilo en el anonimato pero llevado por un ataque de su rara lógica cambio de opinión y se marchó buscando divertirse profetizando varios “final del mundo”. Conforme pasaba el tiempo se percató que la misma humanidad estaba cambiando por ello sus ciudades se tornaban más libres tanto como sus habitantes.

Trabajo en una y mil cosas, cambiaba cada vez que se aburría de alguno de sus trabajos o comenzaba a notar algún patrón que le desagradaba. Vivía de forma extraña intentando demostrarles que no sería lo que ellos habían determinado que fuera, no sería la luz consorte, sería solamente el portador de la aurora, la rosa cubierta de espinas que amaba tanto al hombre y a su mundo que lucharía por liberarlo aun si tenía que destruirlo y crearlo a su imagen y semejanza.

Recientemente viajo a Japón alejándose de sus hermanos celestiales y demoniacos, lo más que podía porque invariablemente alguno de ellos daba con él en especial los siete arcángeles buscan obligarle a volver a sus dominios para poner de nueva cuenta en equilibrio a la balanza. En varias ocasiones se encontró con ellos aunque les ignoro, sin embargo es plenamente consciente de que si molesta suficientemente a su padre mandaran a todos ellos por él para llevarlo en su presencia, donde volverá a preguntarle la misma fastidiosa pregunta ¿Aprendiste la lección? ¿Aceptaras mi mandato y poder sobre ti?

En un comienzo en Japón se dedicó a vagabundear pero utilizando sus contactos y habilidad termino por hacerse con uno de los bares exclusivos de la zona. Pasó una larga temporada administrando el lugar y ayudando aquellas personas que le parecían interesantes con sus contactos y cobrando viejos favores. Sin embargo como siempre sucede simplemente se cansó de esa vida y aunque conservo el bar dejo a cargo a personal de confianza para dedicarse a otra cosa.

Su nueva profesión Psiquiatra, se especializo en la atención a pacientes problemáticos o serios delirios o problemas, después de todo quien mejor para entender el infierno en el que vivían que el mismo príncipe de las tinieblas. De igual forma debido a su naturaleza, y quizás a que extrañaba el infierno, se convirtió en una autoridad y gran conocedor de los crímenes violentos y sus perpetradores dando de vez en cuando una consulta de esa clase o incluso dando conferencias.




-Las bellas artes.
- La literatura y la ciencia.
-El vino y las bebidas alcohólicas.
-Las iglesias.
-Los humanos.
-Elegir para sí y por sí mismo.
-Los buenos modales.
-Las contradicciones morales.
-Los acertijos


-La represión.
-El café aguado.
-Que no le dejen jugar.
-Todos los que dejan su vida en manos de alguien más porque no son capaces de tomar sus propias elecciones.
-Los sacerdotes.
-El puritanismo.
-Las criaturas que no saben defenderse por sí solas.

Cambia de trabajo constantemente en un búsqueda por su propia identidad y reafirmación personal.
Ama conocer la oscuridad y los secretos más sucios de las personas, libres de máscaras y cualquier actitud hipócrita. Disfruta de la transparencia lejos de los convencionalismos sociales, religiosos o incluso familiares.


En el trabajo de la clínica y durante las consultas privadas se presenta bajo el nombre de Asherah. Esto a raíz de que los pacientes respondían de forma extraña cuando tenían la respuesta de su naturaleza de golpe y el personal no le tomaba en serio pensando que estaba tan loco como los internos.

Campo Obligatorio
♂Físico
Olimpos
Ganymede

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