Buscando una oportunidad.

El aire dentro de la tienda estaba caldeado por los vapores del té, perfumado por las esencias de todas las hierbas que ahí se guardaban y de las bebidas humeantes que se preparaban y servían constantemente. Así, el interior del local resultaba fragante, acogedor, aislado del bullicio del exterior, y cálido,  especialmente en una tarde fresca como esa.

El dueño de la casa de té no tenía tiempo para el frío, estaba muy atareado preparando órdenes y sirviendo las mesas con esmero, hablando animadamente con los clientes en cada oportunidad.

Afortunadamente estaba siendo un día tranquilo, sin demasiada gente, así que se daba abasto por sí mismo para atender a todos, y en cuanto notó la presencia de un recién llegado se le acercó con una amplia y amable sonrisa.
-¡Bienvenido!-lo saludó animadamente, extendiéndole un menú – Aquí tienes. La recomendación del día es té de jazmín, pero podrás ver que tenemos una amplia selección. –nadie más estaba requiriendo su atención de momento, así que se quedó plantado frente a él, observándolo mientras escogía.

-Hace frío, que bueno que decidiste pasar a tomar algo…- alzó las cejas cuando lo escuchó preguntar si era tarde para pedir algo. Le miró en silencio varios segundos y finalmente se dejó caer en la silla frente a él, soltando un pequeño suspiro de que era un alivio sentarse luego de andar tan ocupado.

-¿Es la primera vez que vienes?- en general tenía buena memoria, y esa cara no recordaba haberla visto antes por ahí, lo observó con cuidado para estar seguro. De todas formas no era inusual que llegaran clientes nuevos todo el tiempo -Tranquilo, llegaste en el momento justo. Pide algo, aunque no hay prisa, así que tómate tu tiempo.

Ladeó levemente la cabeza contemplando el semblante del chico mientras leía, y luego lentamente se ensanchó la sonrisa en sus labios.

-Té de jazmín entonces. Creo que va a gustarte, es dulcemente suave…-un sutil té blanco que le parecía que combinaba con la apariencia de aquel cliente.

Mantuvo su mirada en él mientras el otro le observaba también, no le incomodaban las miradas curiosas sobre él, más bien al contrario.

-Eres el cliente, deja de preocuparte por eso. De hecho, ahora mismo no tienes que preocuparte por nada. La hora del té es para relajar la mente y el cuerpo.-lo decía en serio, así que lo dijo con cierta solemnidad, aunque sin borrar su sonrisa.

-Ah, será que no habías puesto atención en otras ocasiones que has pasado por aquí. La tienda tiene ya varios años… Como es tu primera vez aquí espero que lo disfrutes mucho. Hazme saber qué puedo hacer para que tu visita sea satisfactoria. Además de traerte tu té, claro.- se puso de pie fácilmente y recogió la bandeja vacía que había dejado sobre la mesa.

-El dueño, sí. –respondió, alisándose la ropa distraídamente. –Ahora te traigo tu orden. ¿Te gusta endulzarlo con azúcar o miel? También hay crema.

Como tenía el té de jazmín a la mano no se demoró mucho en prepararlo, el aroma era muy sutil pero muy agradable, y Jin entrecerró los ojos encantado cuando al servirlo en una tacita con bodes dorados, el fragante vapor de la bebida le bañó el rostro.

Llevó el té a la mesa y puso la tacita frente al cliente, acompañada de una galleta de jengibre y naranja.

-La galleta es cortesía de la casa ya que no pediste nada de comer. Claro que si no te gusta el sabor puedes dejarla y te traeré otra cosa.

Luego de servirle la orden miró alrededor y como seguían sin requerirlo en otras mesas volvió a sentarse.

Lo miró y sonrió.

-¿Preferirías tomar el té a solas?

Apoyó un codo sobre la mesa, y el rostro contra la mano mientras contemplaba la expresión del chico con atención, mientras este miraba alrededor, o la mesa, o a veces a él, con aquellos grandes ojos de expresión casi tierna.

-Eres el cliente ¿Por qué tendrías que agradecer que sea amable contigo?- lo hacía sonar un poco como a que solía ir a lugares en los que le daban un mal servicio al cliente.  

-No agradezcas nada, sólo disfrútalo… Miel entonces.-asintió, yendo a la cocina y volviendo tan rápido como le fue posible para servirle la orden, más decidido aún a darle el mejor trato posible luego de aquel comentario que le había parecido tan extraño.

Le mostró una sonrisa relajada.

-Me llamarán si me necesitan.- dijo respecto a los otros clientes, volviendo a sentarse en dónde estaba antes, acomodando la espalda contra el respaldo y estirándose un poco para descansar los músculos. –Además, eres el único cliente que necesita compañía ahora mismo.

Volvió a observarlo con toda atención mientras el chico probaba el té. Era uno de sus hábitos, el contemplar la expresión de la gente cuando bebían lo que les preparaba. Sonrió muy satisfecho cuando notó que su joven cliente aspiraba la fragancia del té.

Era la forma correcta de beberlo, se tenía que percibir con todos los sentidos.

-Umhh, eso debe ser ¿Acostumbras a caminar por ahí, ausente, muy seguido?-lo preguntaba con honesta curiosidad. –Sí. Suficientes clientes para mantenerme ocupado durante el día.- su mirada subió hasta el techo, pensativo. Definitivamente no iba a decirle que aunque era bueno tener tantos clientes no le molestaría tener mucho, mucho más tiempo libre.

Volvió su atención a él, con una sonrisa radiante.

-Será un placer volver a atenderte, a ti y a todos los amigos que traigas. Tengo té de hierbabuena así que seguro tu amiga estará complacida.

Notó que alguien lo llamaba en una de las mesas del fondo.

-Ahora vuelvo.-le dijo, levantándose de nuevo y yendo hacia la mesa. Los clientes hablaron un poco con él, pagaron la cuenta y luego Jin los escoltó hacia la puerta mientras les repetía que esperaba volver a verlos pronto.

Era cierto que era cerca de la hora de cerrar, y los clientes comenzaban a retirarse poco a poco, aunque no le preocupaba el tiempo en lo absoluto.

-¿Necesitas algo más?-preguntó acercándose de nuevo al chico, esperando que le respondiera sí o no antes de volver a sentarse.

-Pero entonces, no vives cerca de aquí si no pasas muy seguido ¿No? ¿Hasta dónde tienes que viajar a estas horas?

En verdad sólo estaba haciendo lo que se suponía que hiciera, con el mayor esmero posible para agradar a quienes visitaban su tienda.

Pero se sintió encantado con sus palabras y su agradecimiento tan sincero.

-En ese caso acepto tus palabras tan amables con gusto.-hizo un pequeño ademán con la cabeza, porque los elogios y ese tipo de comentarios agradables eran siempre bien recibidos. No todos los clientes se mostraban tan agradecidos.

-Umh, en eso tienes razón. Bueno, en todo caso me alegra mucho de que hoy por fin la tienda haya logrado llamar tu atención.

Entendía bien que para quienes pasaban por ahí su local no resaltara tantos, siendo algo más antiguos y pequeño que los edificios que le rodeaban. Solía pensar que a la tienda llegaban quienes tenían que llegar y nada más.

En los ojos le centelleó un pequeño brillo de triunfo cuando el muchacho declaró que le gustaba el aroma del té.

-Sabe aún mejor de lo que huele. – le aseguró tranquilamente.-Bueno, es un tipo de té al que le es fácil ganarse el corazón de las personas. Es tan suave que no te das cuenta del efecto sedante y tranquilizador que tiene el beberlo.

Sonrió al ver que por fin lo probaba, luego deslizó la mirada hacia la bolsa que el joven tenía a un lado.

-Ah, de la facultad.- volvió a mirarlo al rostro unos momentos, le había calculado menos edad de la que probablemente tenía, pero era difícil precisarlo con facciones tan finas, tan poco curtidas por el tiempo.

-¿Umh?... Pues esta tienda la tengo hará unos diez años. Aunque el té aprendí a prepararlo hace mucho más tiempo.

Cruzó los brazos y se reclinó un poco hacia atrás, y fijó la mirada en la ventana un instante.

-¿Siempre terminas tan tarde? ¿Qué estás estudiando? Suena a que eres un alumno dedicado si te quedas hasta tarde estudiando. ¿Verdad?

-Bueno, no es que me preocupe mucho la hora.-contestó con simpleza. –Si fuera un inconveniente ya te habría pedido que te retiraras.- pero estaba cómodo con la conversación. Si había algo que disfrutar no iba a apresurarlo. Era dueño de su tiempo como lo era de aquella tienda, para usarlo como le apeteciera.

Le respondió con un pequeño asentimiento con la cabeza para que supiera que podía preguntar lo que quisiera.
Le dio curiosidad sobre que podía ser por la manera en que el chico guardó silencio, lucía como si estuviera pensando en cómo formular su pregunta.

-¿A estudiar?- le tomaba por sorpresa la petición. Era un chico muy formal y correcto, le quedaba claro por el hecho de que si quiera se tomara la molestia consultar algo así.

Le sonrió afectuosamente porque le había despertado cierta ternura al preguntarle aquello.

-Por supuesto que puedes. Eres más que bienvenido siempre que quieras.-tampoco le habría exigido consumir algo, pero mejor si lo hacía.

Pero no iba a correr de ahí a alguien que sólo quería descansar en el local, especialmente si ese alguien le resultaba agradable.

Le dedicó una mirada de simpatía mientras el chico hablaba de sus estudios.

-Ah, entonces es una carrera muy exigente. ¿No es así?- puesto que él no sabía nada de arquitectura ni había ido a la universidad no podía hacerse una idea. – Arquitectura es lo que estudian las personas que se dedican a diseñar edificios ¿Cierto?... Pues te enseñaron muy bien. El esfuerzo siempre da frutos. Me causa curiosidad conocer al arquitecto en el que te convertirás trabajando tan duro.-sus pupilas se clavaron en él con intensidad como si deseara ver a esa persona que sería en el futuro en ese mismo momento.- Definitivamente será un placer que alguien con un sentido del compromiso tan alto venga a visitar mi tienda.-porque cada lugar solía impregnarse un poco de cada persona que pasaba por él.

Personas interesantes hacen un lugar interesante. Y aquel curioso muchacho podía ser que dejara algo bueno como huella de su paso por la tienda de té.

-Así es. Diez años ¿Te sorprende? ¿En dónde estabas hace diez años? ¿Solías pasar por aquí? Seguramente verías sólo la fachada de un edificio bastante viejo y descuidado. Ha tomado diez años dejarlo en este estado, volverlo a la vida poco a poco.

Aunque él no era humano, y diez años no le parecían tanto tiempo. Mucho menos para dedicarlo a algo que amaba.

-¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas dedicándole a tus estudios, y cuantos más te faltan?

-Ese es el tipo de comentarios que he escuchado respecto a tu carrera, que es especialmente demandante.- miró al chico mientras hablaba y movió la cabeza para decir que si.- Es verdad eso. Tienes toda la razón. Para todas las carreras. Y para cualquier cosa que quiera lograrse en la vida. Mucha constancia y mucha tenacidad para no abandonar aunque sea difícil.

Y que parecía que eran dos cosas que no le faltaban a su joven cliente.

Se echó a reír con ganas por su comentario.

-¿Te parece? No lo sé, por lo poco que te conozco podría ser que en realidad tengas una gran imaginación y muchas ideas. Pero claro, lo principal es que seas tú quien lo crea. Ser famoso tampoco lo es todo. Puedes ser grandioso y no tener fama.

Y también el caso contrario.

-Te vuelvas famosos o no siempre serás bienvenido. Si construyes algo que haya salido de tu mente me dará mucha curiosidad poder verlo ¿Sabes?... Aunque suena a que todavía pasarán algunos años antes de que pueda ver algo así ¿Verdad? –seis años no le parecían mucho pero significaba que el camino del muchacho en esa carrera apenas comenzaba.

-Kyoto tiene hermosos lagos.- dijo de pronto con voz soñadora y soltó un pequeño suspiro. -¿Extrañas tu hogar?

Se dio cuenta de que el chico miraba alrededor y le dio la impresión de que estaba inquieto.

-¿Pasa algo?... ¿Es que quieres más té? Sólo tienes que decirlo.-apoyó los brazos en la mesa para levantarse, sin apartar la mirada del chico mientras lo hacía. –Me llamo Jin.-le sonrió antes de volver a la cocina. Volvió con otra taza de té que le puso en frente, y otra para él mismo que dejó también ahí en la mesa, y luego fue a entregarles la cuenta a los últimos clientes que quedaban.

Los escoltó a la puerta y giró el cartel de madera pintada de “Abierto” a “Cerrado”.

Regresó a la mesa estirando los brazos hacia arriba.

-Así que ¿Cuál es el tuyo? Tu nombre.