Efímero e impoluto.

Ser desactivado no era muy diferente a sumirse en un sueño profundo, excepto por dos cosas: no había conciencia del paso del tiempo y no había imágenes en la mente a las que considerar sueños. Eliah no sabía que llevaba cerca de dos días completos "apagado" pero justo antes de perder la conciencia alcanzo a oír parte de las razones que versaban sobre un mantenimiento en la tienda y organizar espacio para la nueva mercancía; al menos comprendía que no sería desmantelado y convertido en chatarra y eso, dentro de su desinterés general por la "vida", le daba algo de tranquilidad.

Las razones por las que un pet como Eliah deseaba ser vendido podían contarse con los dedos de una mano, o más bien con uno solo de ellos: el canino deseaba "libertad", y no, no se trataba de esa libertad utópica con la que muchos pets llegaban a soñar, sino una que se atañía a su realidad y limitaciones. Nunca se había cuestionado el "por qué" de que los humanos crearan máquinas de compañía como ellos y aceptaba su rol dentro de esa retorcida realidad sin mayores complicaciones.

No le molestaba la idea de ser un objeto y pertenecer a un ser humano [o cualquier otra raza de las que poblaban la ciudad] y considerando su defecto de fábrica y lo poco "amigable" de su personalidad tampoco le preocupaba la idea de pasar por múltiples amos a lo largo de su historia [aunque bien no lo recordaría de todos modos] pero si existía una sola cosa que Eliah no pudiese soportar, esa era la idea de estar encerrado en un cuarto sin la posibilidad de caminar con libertad por la calle. La única clase de libertad que deseaba era esa: poder salir y conocer la ciudad sin cazadores dispuestos a perseguirlo en caso de tardar un poco más de lo acordado.

Ahora mismo no tenía conciencia de que había sido trasladado al cuarto tras la sala de ventas, no podía sentir la textura del sofá bajo su espalda ni mucho menos notaba que la habitación se encontraba casi en penumbras. Su cola de pelaje oscuro y frondoso descansaba inerte cayendo por el costado del sofá, y si bien el resto de su cuerpo no estaba rígido, tampoco contaba con el aspecto de alguien que simplemente dormía. Iba de ropa ligera, y la única que tenía en realidad: sudadera negra algo ajustada al cuerpo y pantalones igualmente oscuros con cinturón de hebilla metálica. No llevaba accesorios ni pertenencias personales, nada además de un colgante plateado con la figura de un lobo aullando al cielo, del cual claramente no recordaría la procedencia.

Volver a activarse era bastante diferente de despertar de una noche de sueño reparador, y si bien es cierto se sentía completamente descansado y tranquilo, seguía siendo incomodo sentir su cuerpo inerte y rígido sobre el sofá mientras recuperaba gradualmente el control de sus sentidos. Lo primero que logro percibir fue parte del aroma de Antares luego de que este se hubiese alejado de su cuerpo: Eliah comprendió casi de inmediato que había sido comprado y que ese particular aroma debía pertenecer a su amo. "Al menos no huele mal" pensó mientras el resto de sus conexiones artificiales se activaban hasta permitirle abrir los ojos en mitad de esa habitación en penumbras.

Se movió para levantarse del sofá, ondeando la cola a un lado de su cuerpo y moviendo las falanges de sus dedos para comprobar que todo iba en orden. No se detuvo a prestarle atención al pelirrojo sino hasta que escucho su voz, provocando que sus orejas caninas se moviesen en un pequeño y repentino tic. Al tenerlo frente a el noto que era un poco más alto que su nuevo amo y lejos de prestar atención a sus palabras sus ojos se clavaron en el cabello contrario: solo pudo pensar que era un color bastante llamativo. Pasó de estrecharle la mano y en su lugar se inclinó para acercarse al rostro ajeno casi hasta rozar la punta de su nariz con la mejilla de su comprador con un único propósito: recoger su aroma. Quizás no era capaz de captar el ADN de su amo, pero lo más parecido que podía hacer era recordar su aroma para futuras referencias: Eliah era bastante sensible al olor de las personas.

Volvió a erguirse frente a él y estas vez decidió responder -Casi... tengo un defecto de fábrica pero supongo que ya lo sabes, el resto anda sin problemas -comento sin mayor emoción, más bien distante y serio. No sentía particular alegría al ser comprado, menos aun cuando era incapaz de recordar que había hecho hasta el momento de ser desactivado, pero una parte de el deseaba marcharse pronto de la tienda y no regresar - Solo necesito hacer algo antes de irnos.

Si bien Eliah era serio y distante con quienes no conocía, el que aquel sujeto frente a el fuese su amo era suficiente razón para que enseñara ese otro lado de su personalidad: ese lado lascivo que rozaba lo irrespetuoso. Se acercó hasta él y en una fracción de segundo unió sus labios a los de Antares en un beso superficial y bastante corto en el que alcanzo a percibir la temperatura del cuerpo ajeno que resulto ser más baja que la de los humanos. Al separarse de el sonrió leve, apenas curvando el borde de sus labios antes de voltearse para buscar la salida.

-Ahora si, vámonos de aquí -camino hasta la puerta metiendo la izquierda en el bolsillo de su pantalón mientras tomaba el pomo de la puerta con la diestra para abrirla y salir al callejón tras la tienda de defectuosos.